Me diste todo el tiempo que necesitaba,
y yo te usé sin delicadeza por hacerlo.
Ahora lloro tus restos sobre mi almohada
porque no tengo ni dónde ponerlos.
Solo aquel de corazón anfibio,
a quien el Barroco no suponga
reto o muerte pero sí delirio
dará con la bestia que todo otorga
o se leerá durmiendo un libro.